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Monday, July 20, 2020

Parada Breve En Big Island Hawaii. Septiembre 2015


Abordé puntual el vuelo en Oahu que me conduciría a Kona en Big Island, la isla más grande de Hawaii, luego de un proceso totalmente automatizado de chequeo y embarque, vía Hawaiian Airlines.

Mi idea sobre pasar unos días en Big Island (sólo 2 días y 2 noches) era vivir la experiencia Hawaiiana más local, visitar el volcán Kilauea y asistir a un Luau, dado que en mi investigación leí que los de acá eran mejores que los de Oahu, que eran más turísticos. Como el pasajero propone y la isla dispone, la visita al volcán estaba muy limitada esos días porque estaba muy activo, por lo que ya estando instalada me avisaron que el tour de ascenso fue cancelado, pero modificado por otra experiencia que resultó súper bonita.




En el mismo aeropuerto luego de curiosear sus instalaciones, encontré taxi de pre pago que me llevó directamente al Hotel Courtyard King Kamehameha, en Kailua Kona, el que elegí por cuatro motivos: precio, ubicación, porque tenía playa propia (de las únicas con arena de la zona) y porque también tiene un Luau, Island Breeze, el que tiene muy buenas referencias (de hecho, por eso lo hice aquí y no en Oahu).



La ubicación era perfecta, pude ir caminando casi a todos lados que necesité, pero mejor fue la playita que estaba ahí mismo .... enmarcada por las antiguas instalaciones donde se dice habría vivido el mismísimo rey Kamehameha que le da el nombre al sitio.

El hotel también tenía un Spa Kona Spa and yoga, más sencillo que el de Oahu, pero también más barato, así que pude tomar otro masaje Lomi Lomi, que me dejó más que relajada.



El barrio también era perfecto, sólo me dediqué a caminar la ciudad Old Kona, cuyo comercio se sitúa frente al mar, y fui visitando distintas galerías, llenas de tienditas de recuerdos, de restaurantes y micro cervecerías artesanales. 


La estética aquí tiene más correspondencia con la idea que tenía yo (en mi imaginación), del ambiente isleño: casas pintadas en colores claros, con balcones con vista al mar, muy hermosas.




Una de los edificios más impresionantes es la Iglesia Mokuaikaua, que estaba por cumplir 200 años,  resabio de las primeras misiones católicas en la isla.


Tuve la surte de pasar por casualidad por el Kona Farmers Market, que funciona sólo algunos días  de la semana hasta las 16:00 horas, donde había toda una sección dedicada a las flores, de colores y formas exóticas; pude reconocer los Anturium y las bellas orquídeas que se dan en forma explosiva y de mil colores.





También estaban a la venta los colares típicos de bienvenida hechos con Frangipanis.


Se pude tomar también el Kona Trolley para pasear por las distintas partes de la isla, por solo 2 dólares. Tiene varias paradas hoteleras y también para hacer algo de shopping, aunque sólo hay Target, Macy´s y Wallmart.


En el rubro de comidas si hay mucho que decir; hay varias comidas más típicas como la Malasada, que es una especie de buñuelo frito relleno de crema o chocolate exquisito, herencia de los portugueses que habitaron la isla, y, también el Shave ice que es como un icono de la ciudad y que se trata de un montón de hielo muy compacto (como granizado), a la cual le agregan jarabe de distintos sabores, incluso hay uno versión rainbow... yo probé el de frutilla, que sabía igual al helado Condorito. 


Justo en la galería contigua a mi hotel estaba el Menehune Coffe Company, donde además de regalonearme con un panqueque delicioso pude probar el mítico café Kona que crece en la ladera del volcán Mauna Loa, con denominación de origen y que es exquisito. Hay toda una industria del café  desarrollada en esta  isla incluyendo varios tours a los cafetales, pero por tiempo los omití.


También visité Kona Coffee and Tea, que es una cafetería preciosa, donde vender un café buenísimo, pero también todos los accesorios para café y te que se puedan imaginar, yo acá compré un infusor de té, que tiene un compartimento para las hojas, que lo hace portable muy práctico. 



Como ya había contado  antes mi objetivo para esta porción del viaje era visitar el Parque Nacional de los Volcanes, listado como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, pero en esos días Kilauea- el volcán más activo del planeta- anduvo haciendo de las suyas y todos los tours de ascenso fueron cancelados (al igual que los de observación de estrellas que son muy famosos), la agencia con la que había contactado Big Island Adventures, me ofreció una modificación, con la que no estaba muy entusiasta al principio, pero que resultó ser una gratísima sorpresa.

Ellos gestionaron con Sunlight on water una mañana para nadar con los delfines. Lo bonito de esta actividad es que ellos no están cautivos, si no que es visitante quien se traslada en grupos pequeños en bote hacia donde ellos regularmente están y se bucea un poco aguardando que ellos pasen por al lado, arriba o abajo.

Mi grupo estaba formado por 5 personas, más dos guías y un fotógrafo, que curiosamente hablaba español porque su madre es de Puerto Rico, partimos a las 08:00 AM desde Keauhou Harbor, donde llegué en taxi, en la lancha Uhane Nui O Nai´a y navegamos toda la costa de Kona.


Tuvimos varias paradas para ver a los delfines nadando y saltando en la superficie y varias otras para hacer snorkel y explorar los arrecifes.


En una de las paradas se podía nadar hacia una playa hermosa y cristalina, yo me quedé curoseando el arrecife y me encontré con una tortuga gigante, que nadaba distraída hacia la superficie.



El día anterior había comprado una funda para poder sacar fotos debajo del agua con el teléfono, así que aunque no podía ver nada, disparaba como enajenada a mis compañeros de nado ... así pude captar varios grupos de más de 20 delfines que hacían su vida diaria en estas costas, fue una experiencia muy linda, porque no están cautivos y aunque no se interactúa al nivel de poder tocarlos, fui feliz de poder verlos en su hábitat, nadando para todos lados.




Como no se veía nada y yo disparaba para todos lados, salió una selfie mano muy bonita, más 10.000 tomas en que no se veía absolutamente nada.


Terminada la jornada de nado, la tripulación nos ofreció un snack hawaiano, que incluyó dulces frutas y verduras con diferentes dips, luego nos dejaron en el punto de partida y caminé al cercano Sheraton Kona, donde pude tomar el Kona Trolley de regreso al hotel.


Otra actividad que pude vivir acá fue un "verdadero" Luau. Elegí el Island Breeze, porque tenía las mejores referencias y en realidad es una experiencia muy completa.

Como ese día llovió la Corte Real del Rey Kamehameha, que usualmente llega en Canoa a la playa, llegó caminando por medio del hotel; sus súbditos coronaron a los asistentes y ofrecían unos tatuajes como de henna, estilo timbre, en las piernas o en los brazos, para quienes quisieran.


Luego vino el momento de la comida, que es una especie de curanto llamado "Imu" y un gran bufette de ensaladas y carnes que incluía mucho cerdo y algo de pescado, además de muchísima y deliciosa piña, acompañado de Maitai sin fin. Me gustó acá el Poi, que es una especie de puré de un tubérculo llamado Taro, y un pollo BBQ, pero adobado con café de Kona.


Los bailes son espectaculares y llenan toda la expectativa que tenía sobre ellos: la música y la cadencia de la danza tradicional Hula Kahiko, representando cuadros de Hawaii, pero también de Samoa y Tahiti.


Cuando paró de llover,  nos invitaron a caminar a los jardines del hotel y pudimos ver otra danza polinésica dedicada al fuego. Ahí aparecieron unos bailarines fornidos, muy acrobáticos, agitando energéticos y lanzando varas encendidas con toda maestría.



Este es mi recorrido por la Big Island, lugar que me sorprendió con un gran cambio de planes, pero con un ritmo tranquilo, acompasado con los espacios de sol y lluvia, nadando con criaturas maravillosas, y conmovida por los sones y movimientos del baile .... Kilauea y Mauna Kea será para otra ocasión ...

Desde Big Island volaría a Oahu nuevamente donde abordaría el vuelo que a primera hora me dejaría en Los Ángeles, y desde donde iniciaría mi recorrido por parte del Pacific West Coast acompañada por mi amiga Carolina, que en ese entonces vivía en Monterey, CA (ahora vive en Sydney).


Next destination: Los Angeles, CA 



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VIETNAM 10: Trang An

31 de diciembre de 2019 Aquella jornada hicimos un tour en taxi para visitar Trang An, donde hicimos el típico paseo en barca, y el complejo monástico de Bai Dinh. Por la noche volvimos a Ninh Binh, donde cogimos el tren nocturno hasta Dong Hoi, pasando un fin de año la mar de atípico. En nuestro segundo y último día en Tam Coc íbamos a visitar algunos sitios un poco más alejados, a los que no se puede llegar caminando o en bici. La mejor opción es hacerlo en moto, pero como nosotros no hemos llevado nunca una, decidimos alquilar un coche con conductor para todo el día. Lo gestionamos a través de nuestro propio alojamiento y nos costó 750.000 VND (unos 30 €), visitando Trang An y Bai Dinh. Como teníamos que hacer todo el equipaje y dejarlo fuera de la habitación no comenzamos el tour hasta las 10:30 h.

31 de diciembre de 2019
Aquella jornada hicimos un tour en taxi para visitar Trang An, donde hicimos el típico paseo en barca, y el complejo monástico de Bai Dinh. Por la noche volvimos a Ninh Binh, donde cogimos el tren nocturno hasta Dong Hoi, pasando un fin de año la mar de atípico.
En nuestro segundo y último día en Tam Coc íbamos a visitar algunos sitios un poco más alejados, a los que no se puede llegar caminando o en bici. La mejor opción es hacerlo en moto, pero como nosotros no hemos llevado nunca una, decidimos alquilar un coche con conductor para todo el día. Lo gestionamos a través de nuestro propio alojamiento y nos costó 750.000 VND (unos 30 €), visitando Trang An y Bai Dinh. Como teníamos que hacer todo el equipaje y dejarlo fuera de la habitación no comenzamos el tour hasta las 10:30 h. El día había amanecido peor que el anterior, muy tapado y con llovizna. Con estas malas condiciones pensamos que era mejor ir primero al templo de Bai Dinh, con suerte para el paseo en barca el tiempo habría mejorado. Tardamos una media hora larga en llegar a Bai Dinh (parking 40.000 VND). Éste es un complejo de templos budistas construidos recientemente (año 2014), pero con raíces muy antiguas. Existe una pagoda de 1000 años de antigüedad (que no llegamos a ver) en lo alto de una montaña. Para facilitar la vida a los fieles, se construyó este enorme complejo espiritual en el valle aledaño. De hecho, Bai Dinh tiene varios récords en su haber: es el templo mas grande de Vietnam, tiene las estatuas de Buda mas grandes (su Buda de bronce dorado es el más grande de Asia), su estupa es la mas alta del sudeste asiático, su corredor de arhats es el mas largo de Asia (con 3 km), etc. Como veis, todo se hizo a lo grande.
La estupa de Bai Dinh
En principio es un lugar muy popular en el turismo vietnamita, pero nosotros encontramos muy pocos visitantes, quizás por el mal tiempo. El conductor nos había dejado en una zona de mercados que hay al oeste del complejo, lo cual fue muy práctico, ya que éste está dividido en tres niveles dispuestos en la falda de la montaña y estábamos en el superior. Lo primero que nos sorprendió fue su alta estupa, visible desde casi cualquier punto del complejo. En principio se puede subir a lo alto mediante un ascensor (50.000 VND) pero nosotros no subimos, pensamos que con la mala visibilidad de aquel día no se vería nada. Subimos unas escaleras hasta la sonriente estatua de un Buda maitreya hecho de bronce (el mas grande del sudeste asiático). Desde allí empezamos a bajar hacia abajo, donde empieza el largo corredor de madera que encierra los tres niveles de los templos. Encontramos un gran templo en el primer nivel (el mas alto), Diem Tam The, realmente impresionante. Su interior era más impresionante aún, estaba ricamente decorado y presidido por tres estatuas de Buda, que simbolizaban el pasado, el presente y el futuro (son las más grandes de Asia hechas en bronce dorado).
Bai Dinh: estupa (izq.) y Buda maitreya (dcha.)
Diem Tam The
Budas del interior del Dien Tam The
Bajamos otro nivel por el corredor y encontramos otro gran templo, el Dien Phap Chu, precioso por fuera pero algo vacío por dentro, con un gran Buda Shakyamuni. Continuamos bajando por el corredor, donde vimos figuras de algunos arhat, que representan personas que alcanzaron en su día el nirvana. En el tercer nivel encontramos un campanario, el Gac Chuong, que ni siquiera nos acercamos a ver por la lluvia que arreciaba. Al final del todo encontramos la puerta principal, Tam Quan Noi, todo un ejemplo de arquitectura tradicional vietnamita. Vimos que llegaban grupos de turistas a empezar su visita por aquí, pero no es muy práctico ya que tienes que hacerla subiendo todos los escalones del corredor, y es más descansado hacerlo bajando. Junto a esta puerta había una estación de coches eléctricos, que comunican este punto con el parking donde nos había dejado el conductor. Como el viaje solo valía 30.000 VND (algo más de 1 €), no nos lo pensamos. Finalmente estuvimos una hora y media visitando Bai Dinh y eso que hicimos la visita bastante rápido, ¡el lugar es enorme! Pese a ser un templo moderno nos gustó bastante, aunque tampoco sería imprescindible si se tiene poco tiempo.
Diem Phap Chu
Corredor con arhats
Tam Quan Noi
A continuación volvimos al coche y fuimos hacia Trang An. El día parecía que había mejorado un poco, la visibilidad continuaba siendo mala pero al menos no llovía. Trang An es un conjunto de acantilados calizos surcados por una serie de ríos, muy similares a los de Tam Coc. Al igual que éste, la forma de descubrir sus hermosos paisajes es a través de un paseo en barca (200.000 VND por persona, 8 €). A diferencia de Tam Coc, en Trang An hay tres recorridos diferentes para elegir; el propietario de nuestro hotel nos había recomendado el nº1, el mas completo ya que atraviesa mas cuevas y se visitan mas templos (en teoría, 9 cuevas y 3 templos). Las barcas tienen capacidad para 4 personas a parte del barquero, y a nosotros nos juntaron con una chica iraní que viajaba sola. A los remos iba una señora bastante anciana, que remaba con las piernas con parsimonia. A diferencia de Tam Coc, cerca de Trang An no hay ningún pueblo, así que nada más salir del embarcadero ya estábamos en plena naturaleza. Lentamente la barca fue atravesando los espectaculares acantilados, llenos de bosques y envueltos en una neblina que le daba un toque misterioso. Aunque el paisaje era similar que el del día anterior, no dejaba de sorprendernos. Teníamos la sensación que el relieve de Trang An no era tan acentuado, y que las barcas no pasaban tan cerca de los acantilados. Aun así los paisajes son realmente fascinantes, y cada vez que dejabas un acantilado atrás nunca sabías qué te ibas a encontrar.
Acantilados de Trang An
Surcando el río que atraviesa los acantilados
Trang An
Acantilados de Trang An
Al cabo de un rato de navegación nos dejaron en la orilla del primer templo, el Den Trinh, muy sencillo y que vimos enseguida. Nuevamente en la barca atravesamos una serie de cuevas muy seguidas, que tenían un techo tan bajo que teníamos que agacharnos en el fondo de la barca para no hacernos daño. Eso le dio un toque muy aventurero al paseo, ya que además nunca sabías que nuevo paisaje ibas a descubrir al salir de la cueva. El segundo templo lo vimos a través de la barca, era Den Tran, que estaba encaramado en lo alto de una montaña. Después atravesamos otra serie de cuevas algo más grandes, en las que no teníamos que agacharnos. Para aprovechar su sonoridad, los turistas vietnamitas se ponían a cantar cuando pasaban por ellas; debían ser himnos muy conocidos, ya que mucha gente se les unía. Finalmente llegamos a Phu Khong, el tercer y más importante de los templos. Tenía diferentes dependencias y era realmente una delicia pasear entre ellas. La barquera nos volvió a recoger y continuamos, atravesamos un par de cuevas más antes de acabar. El recorrido duró unas 3 horas (que se nos pasaron volando) y fue circular.
Den Trinh
Entrada del Phu Khong
Templo de Phu Khong
El paseo en barca en Trang An nos gustó mucho, tanto como el de Tam Coc. Mucha gente que tiene poco tiempo se encuentra ante la tesitura de visitar solo uno de los dos lugares. Tam Coc tiene la ventaja de tener una ubicación más práctica, y tiene la desventaja de que no tiene un recorrido tan variado y que es lineal (aunque esto último no es un gran problema, ya que a la vuelta ves los paisajes de otra forma). Por su parte, Trang An está más lejos (hay que llegar en coche o en moto), pero su recorrido es mas variado, circular y mas largo (3 h frente a las 2 h teóricas de Tam Coc que en nuestro caso acabaron siendo solo una y poco). Ambos tienen unos paisajes espectaculares, no nos atreveríamos a decir que los de uno son mas bonitos que los del otro. Así que cualquiera de los dos es una buena opción.
Trang An, uno de los lugares mas bellos de Vietnam
Regresamos a Tam Coc sobre las 17 h pasadas, y hasta las 22 h no salía nuestro tren desde Ninh Binh. Para hacer un poco de tiempo nos fuimos a tomar unas bia hoi en un pequeño restaurante llamado Minh Nhat, que acompañamos con unos rollitos de ternera bastante buenos (85.000 VND, unos 3 €). Después nos fuimos a cenar al Family Restaurant, uno de los mejores de Tam Coc, y con tanto éxito que algunos establecimientos cercanos les han copiado el nombre. Pedimos una de las especialidades de la región, cabra a la brasa (una carne un poco dura pero que pasaba bien con la salsa que traía) y pato a la barbacoa (una apuesta segura). Ambos platos eran muy generosos y estaban bastante buenos. Junto un par de cervezas, la cena nos salió por 275.000 VND (unos 11 €). En ambos establecimientos nos regalaron mini plátanos, no sabemos si es una costumbre de los restaurantes de Tam Coc.
Tomando unas bia hoi
Nuestra cena
Luego volvimos al alojamiento para recoger nuestro equipaje y el propietario nos pidió un taxi para que nos llevara a la estación de tren de Ninh Binh (80.000 VND). Allí estuvimos esperando hasta que vino nuestro tren nocturno destino a Dong Hoi, casi puntual a las 22:12 h. Nuevamente tuvimos suerte y volvíamos a estar solos en nuestro compartimento de 4 literas. Como en el caso de los anteriores trayectos nocturnos de ida y vuelta a Sapa, encontramos que los colchones de las camas eran muy duros. Como el viaje era de 8 horas, nos pusimos a dormir inmediatamente, pero nos costó mucho. No nos habíamos dormido todavía cuando oímos un "happy new year!" en un camarote lejano. Habíamos dejado atrás 2019 y estábamos en 2020. Pasamos uno de los fines de año más atípicos y sosos de nuestra vida.

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Vietnam 9: Tam Coc Vietnam 11-12: Phong Nha

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FRANCIA 5: Gargantas Del Verdon II

20 de septiembre de 2017 Dedicamos todo el día a hacer un par de actividades en plena naturaleza por dentro de las Gargantas del Verdon. Empezamos haciendo una corta travesía de dos horas en kayak por su tramo inicial. Y a primera hora de la tarde hicimos un tramo de la larga excursión de Blanc-Martel, que discurre por el mismo fondo de las gargantas. Después de haber recorrido el día anterior las carreteras panorámicas de las Gargantas del Verdon para contemplar sus espectaculares paisajes, en esta jornada tocaba disfrutar de alguna de las muchas actividades de turismo activo que se puede hacer por la zona. Como el día anterior habíamos visto las gargantas desde miradores lejanos, nuestra intención era recorrer las gargantas por dentro de dos formas: haciendo kayak y senderismo. Por la mañana decidimos hacer el kayaking. Hay decenas de empresas que ofrecen alquiler de embarcaciones por todo el recorrido del río Verdon, y en nuestra zona estaban emplazadas en las orilla del lago Sainte-Croix.

20 de septiembre de 2017
Dedicamos todo el día a hacer un par de actividades en plena naturaleza por dentro de las Gargantas del Verdon. Empezamos haciendo una corta travesía de dos horas en kayak por su tramo inicial. Y a primera hora de la tarde hicimos un tramo de la larga excursión de Blanc Martel, que discurre por el mismo fondo de las gargantas.
Después de haber recorrido el día anterior las carreteras panorámicas de las Gargantas del Verdon para contemplar sus espectaculares paisajes, en esta jornada tocaba disfrutar de alguna de las muchas actividades de turismo activo que se puede hacer por la zona. Como el día anterior habíamos visto las gargantas desde miradores lejanos, nuestra intención era recorrer las gargantas por dentro de dos formas: haciendo kayak y senderismo. Por la mañana decidimos hacer el kayaking. Hay decenas de empresas que ofrecen alquiler de embarcaciones por todo el recorrido del río Verdon, y en nuestra zona estaban emplazadas en las orilla del lago Sainte-Croix. Lo mas interesante es escoger alguna de las pocas empresas emplazadas en la cabecera del lago, ya que permiten navegar no solo por el lago sino por un tramo de las gargantas, una experiencia totalmente única.
Nosotros escogimos Verdon Canoe, en la que el alquiler de 2 horas de un kayak para dos personas cuesta 25 €. Una cosa que nos gustó era que el kayak disponía de un bidón estanco para dejar los móviles a salvo y poderlos sacar para hacer alguna foto. Empezamos nuestra travesía con el kayak sobre las 10:30 h, hacía poco que habían abierto y apenas había gente en el agua. Remamos hacia la entrada de las Gargantas del Verdon y de sus altos acantilados. Una vez dentro de las gargantas la sensación era indescriptible; por mas que las habíamos visto el día anterior desde infinidad de miradores, estar navegando por el río rodeados completamente por los acantilados nos pareció impresionante. Además, la primera parte de la navegación la hicimos prácticamente solos, y con el silencio ese tipo de paisajes se disfruta mas. El río no llevaba apenas corriente, cosa que hacía muy fácil remar y avanzar. Nosotros lo hacíamos tranquilamente, para disfrutar plenamente de aquella maravilla.
Entrada de las gargantas
Navegando por el río
Disfrutando de nuestro kayaking
En unos tres cuartos de hora llegamos al final del tramo navegable de esa zona del río Verdon, marcado con una boya. Dimos la vuelta e iniciamos el regreso. Eran pasadas las 11 y las aguas del río se empezaban a llenar de embarcaciones. En la navegación de vuelta disfrutamos de nuevos paisajes que nos habían pasado inadvertidos al hacer la ida. Una vez que salimos de las gargantas, como nos sobraba tiempo estuvimos navegando un rato por el lago Sainte-Croix. Como sus orillas son llanas, navegar por allí no es ni mucho menos tan espectacular como hacerlo por dentro de las gargantas. Tras completar las 2 h regresamos a devolver el kayak. La experiencia nos encantó, seguramente una de las mejores de todo aquel viaje, así que la recomendamos al 100%.
Estrechos acantilados de las gargantas
Navegando entre acantilados
Remando un poco por el lago
Después del kayak tocaba el senderismo. La región de las Gargantas del Verdon está llena de posibilidades de excursionismo (se puede ver una lista aquí). Nosotros en un principio íbamos con la idea de hacer el Sentier du Pécheur, una popular excursión circular de unas 2-3 h que recorre un buen tramo del fondo de las gargantas. Pero la propietaria de nuestra casa de huéspedes nos avisó por la mañana que el sendero estaba cerrado, ya que éste atraviesa propiedades privadas y sus propietarios estaban cansados de ver tanta gente por sus tierras (a 2020 el sendero continua cerrado). Como alternativa nos dijo que podíamos hacer el Sentier Blanc Martel, también muy popular pero también mas largo y duro (7 h y 900 m de desnivel en total), aunque solo fuera un tramo. Es un sendero que va desde el Chalet de la Maline (en la Route des Crêtes, donde se deja el coche) hasta el parking del Tunnel du Baou. En temporada alta hay un servicio de navettes que te lleva desde allí al punto inicial. En aquella época no vimos rastro de aquel servicio y la falta de tiempo nos terminó de convencer de hacer solo un tramo del sendero, el que va del Tunnel du Baou hasta la Brèche Imbert, que son 7 km de los 12 del total de la excursión, evitando el tramo de mayor desnivel.
Así que volvimos a recorrer la carretera de la Route des Gorgues que habíamos hecho el día anterior. Cuando llegamos al parking del Tunnel du Baou estaba hasta arriba de coches, pero milagrosamente logramos encontrar un hueco para dejar el nuestro. Antes de empezar a caminar compartimos un kebab que habíamos comprado al pasar por La Palud-sur-Verdon. Eran sobre las 14 h cuando empezamos a caminar por el Blanc Martel. Desde allí el río atraviesa un estrecho congosto, por lo que el sendero discurre por varios túneles mas o menos largos, en los que conviene llevar una linterna. Al salir de ellos empezamos a disfrutar de los espectaculares paisajes de las gargantas, ya que el sendero discurre muy cerca del río. Estar en el fondo de las gargantas te hacía sentir muy pequeño. Además, esta parte de las gargantas es especialmente abrupta, con escarpados acantilados a lado y lado, mucho mas impresionante que la parte donde navegamos por la mañana.
Estrecho congosto al principio del sendero
Escarpados acantilados
Vistas cerca del Tunnel du Baou
Un poco mas adelante el sendero asciende de altitud y se interna en un bonito bosque de caducifolios. De vez en cuando, el bosque nos dejaba ver las maravillosas vistas que nos ofrecen las gargantas. Luego vimos que el río vuelve a llegar a otro estrecho congosto; para superarlo, esta vez el sendero serpentea hacia arriba por las faldas rocosas de la montaña, con unos tramos con algo de complicación. En esta parte vimos que había un cartel que decía que a partir de allí es de sentido único, y nosotros íbamos en contra dirección. Supusimos que esta restricción debía aplicarse en temporada alta, en la que debía haber muchos mas excursionistas (aquel día no nos cruzamos con muchos), así que continuamos. En muy poco espacio se superan unos 100 m de desnivel, para volver a bajar un poco después, llegando a un escarpado saliente esculpido por un meando del río Verdon. Este nuevo obstáculo se supera ascendiendo por unas inclinadas escaleras de hierro hasta la Brèche Imbert. Arriba hay un buen mirador, pero las vistas no son muy amplias: justo enfrente se encuentran el Balcon de la Mescla, uno de los miradores donde paramos el día anterior.
Fantásticas vistas a lo largo del Blanc Martel
Atravesando el bosque de caducifolios
Escaleras de suben a la Brèche Imbert
Vistas desde la Brèche Imbert
Habíamos tardado unas 2,5 h en llegar a la Brèche Imbert. Para que no nos pillara la noche, decidimos que no continuaríamos mas allá e iniciamos el regreso. Tardamos unas 2 h en volver nuevamente al parking del Tunnel du Baou, cuando ya empezaba a atardecer. La excursión nos encantó, poder caminar por dentro de las gargantas era una experiencia que nos hacía mucha ilusión hacer y cumplió con creces nuestras expectativas. El tramo de la excursión que hicimos no nos resultó extenuante ni complicado. Aunque hay que tener en cuenta que no hicimos el tramo con mas desnivel, el que va desde el Chalet de la Maline al fondo de las gargantas (300 m desde inicio si partes desde allí). Así que si no se quieren hacer las 7 h del Blanc Martel completo, nuestra variante es una opción recomendable.
El sendero Blanc Martel, una de las actividades más recomendables de las gargantas del Verdon
Volvimos al alojamiento a darnos una merecida ducha y a descansar un poco. Había sido un día muy productivo, con dos actividades geniales. Para cenar volvimos a Moustiers-Ste.-Marie, y comprobamos que todavía había menos restaurantes abiertos que el día anterior. Al final acabamos en Le Cantine, un pequeño restaurante familiar. Pedimos cerdo especiado y andouillette, una especie de salchicha hecha a base de tripas (intestino y estómago) de cerdo o ternera. El cerdo estaba bien, pero la salchicha de tripas no nos convenció demasiado. De postre pedimos una tabla de quesos muy buena, y los propietarios nos obsequiaron con un chupito de génépy, un licor hecho a base de artemisias. Junto con un par de copas de vino, la cena nos salió por 49,50 €.
Nuestra cena

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Francia 4: Gargantas del Verdon I Francia 6: Villefranche sur Mer & Niza

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