La vista aérea de Vilanculos nos sorprendió. Mucha extensión y todo lleno de pequeños grupos de cabañas (2-5) aisladas entre árboles y palmeras. Chozas, diría más bien, de caña, barro y paja. Población rural, dispersa y remota. El hotel CASA BABI (nº 1 de Tripadvisor, plagado de críticas excelentes) resultó ser más que un acierto, por la comodidad, ubicación, privacidad y exento de lujo. Solo 4 habitaciones (3 para nosotros) y una pequeña piscina. También había un centro de Buceo. Los dueños nos tuvieron en palmitas.
Ambiente familiar y super-acogedor. Wi-fi. A pocos metros de la playa y frente a donde los pescadores llegaban con sus "dhows" (barquitos de vela) con sus capturas diarias. En marea baja a tope, el agua se retraía tanto, que costaba acertar a ver dónde comenzaba a cubrir. Las vistas desde la habitación, espectaculares. Llevamos, como siempre, comida de España (embutidos y de todo), así como un par de botellas de ron que animaron nuestras (primeras) tertulias nocturnas. Un lujo (http://www.casababi.com/sp_CasaBabi.php). 5 perros sueltos en el hotel, que no incomodaban y que –increíble- nos "escoltaban" cuando bajábamos a la arena.
A Vilanculos (o Vilankulo) algunos le llaman el Caribe de Africa. La playa tiene vida, flanqueada por una espesa vegetación, con los pescadores que arrojaban a la arena el pescado aún vivo…: se negocia, se ofrece, se pesa y se come. El hotel nos ofreció hacer una ruta a pata por el pueblo con un guía local, Fakir, un tipo encantador, que nos llevó adentrándonos por caminos de arena y polvo, lo que nos permitió socializar con un montón de gente que iba y venía, las mujeres con sus coloridas "capulanas" (pareos), todos educados y cariñosos aunque algo tímidos de primeras, con respeto y pidiendo permiso para cada foto que nos hicimos. Muchos te agarraban de la mano.
Entrábamos en las zonas junto a sus cabañas. Fue acojonante una chica que nos dijo que venía de dar a luz: volvía descalza a su casa con el bebé enredado en su capulana (imagínate) y con un bolsón en la otra mano. Nos quedamos impactados. Apenas veías guiris.
Visitamos el mercado local, una auténtica pasada de colores y olores, la esencia de la vida local. Caminos caóticos y rancheras abarrotadas de gente. Pero faltaba lo mejor por llegar: una visita al orfanato del pueblo (donde se crió nuestro guía). Nos recibieron unos 30 niños. Máxima emoción. Fakir nos llevó al hotel a recoger la maleta "humanitaria" llena de ropa, blocks, bolis y pinturas, artículos de higiene…en fin, MIL GRACIAS a todos los amigos que contribuyeron a ello, incluídos los Bomberos de Bilbao!.
Lo que allí vivimos, cuando pusimos todo en el suelo y empezaron a repartir primero las gorras,…fue inenarrable. Las miradas y achuchones de agradecimiento de Katherine, la "jefa" del orfanato, justificaban todo. Montaron unos juegos con los niños y era una gozada verles sonreir y agarrarte. En fin, para vivirlo. Lágrimas inevitables. Nos despidieron cantando. En 2007 un tifón arrasó Vilanculos…fue una pena…les pasó por encima. Nos acordábamos de lo que pasó en Filipinas hace pocos meses…
Un dia nublado paseamos por la playa en marea baja desde nuestro hotel hasta muy lejos. Una maravilla.
Y otro día (1/enero) fuimos en lancha a Bazaruto, Parque Nacional Una pasada las vistas desde la zona más alta de las dunas y el espectáculo visual de las islas. El snorkel resultó fallido por las olas (no nos fiamos de la destreza del guía) en mar abierto y olas de casi 2 metros. Vimos flamencos y delfines. Como solo estuvimos 4 noches, no nos importó no dormir en Bazaruto, con resorts muy caros, aislado y algo lejano (1h. en lancha desde Vilanculos) porque nos hubiésemos perdido el contacto con los locales y…lo mejor de todo: la Nochevieja.
Habiamos llevado nuestras propias uvas en latas individuales juasss; peladas y sin pepitas. Para qué quieres más!!, que diría Leo Harlem. Cenamos en uno de los mejores restaurantes del pueblo (Kasbah), por 20 euros a todo trapo!, y antes de las 00h. fuimos a la fiesta al aire libre en la playa organizada por Vodacom (Vodafone) en un escenario en la arena frente al mar (marea baja). Fuego artificiales, algo de lluvia, calor, oscuridad, watios insuficientes, pero un marchón acojonante con DJs y todos sintiéndonos afortunados de poder estar allí celebrando la cuenta atrás en directo y gritando con cervezas en la mano.
Puff, en serio que fue increíble la experiencia. Muchas fotos con gente local (a los que hay que enseñar siempre "cómo han quedado"). Una especie de chiringuito al lado permitía el avituallamiento de birras. Habría unas 6.007 personas: unos 6.000 "oscuros" y nosotros 7. Miento, jaaj, vimos un par de blancos (conocimos un italiano que tenia un hotel allí). Nos tuvimos que ir a casa a las 3am porque algunos estaban ya muy pedos y chapas, había mucha gente, algo de caos, poca policía y poca luz.
Vimos una pelea cerca nuestro. Fakir andaba por allí, nos vió y se le veía un poco "protector"… No lo teníamos claro, la cosa se ponía fea por momentos y lo mejor era marcharse, pero con "tranquílidaaaade" eh? jajja. No beben a menudo…o no saben beber. También al ser Nochevieja…
Tras 4 noches en el poco explotado Vilanculos, salimos con gran pena pronto hacia el sur, 4 horas en una Van, con Paolo, un taxista que nos consiguió el hotel, rumbo a Tofo, donde estaríamos 4 dias y 3 noches. El tiempo era ya genial: mucho sol y calor. El hotel CASA NA PRAIA (http://www.casanapraiatofo.com/en/the-hotel/casa-na-praia) fue –una vez allí- lo mejor que hubiésemos escogido. También nº 1 de TripAdvisor, su situación era excelente, con solo 5 habitaciones en la playa. Desayunos, como en Casa Babi, igualmente increíbles. Nuestra habitación, además, con AC y unas vistas de canguelo. La noche tenía ambiente, el justo por suerte. Restaurantes muy buenos (nos falló un arroz caldoso que resultó ser una sopa de marisco con arroz jjj), garitos con musiquilla y algunos mochileros y gente hippie, que nos recordaban a El Nido en Filipinas, pero más quizá aún más a la isla de Morro de Sao Paolo, en Brasil.
Un mercadillo central de ropa y artesanía que solo funcionaba en horas de luz solar y algunos excelentes restaurantes. El agua del mar a 26-27 grados, las playas, de ensueño y con poca gente y olas perfectas.
Una excursión de 3 horas en quad fue una toda una experiencia, entre poblados. Macarreé derrapando lo que pude. Fuimos hasta Barra y condujimos por caminos entre chozas y palmeras: muchos niños salían al camino de arena para saludar o darnos la mano en marcha. Otro día hicimos la excursión para ver el tiburón ballena (de unos 20 metros): no hubo suerte: "solo" vimos algunos delfines y una tortuga enorme flotando.
Antes de salir, un guía de buceo español nos dijo que hacía poco se habían visto varios tiburones blancos en la zona…pero que ahora con el agua tan caliente, era imposible. No te jode. Flipábamos en colores. Fue emocionante el estar esperando el avistamiento para lanzarse al agua (estábamos todos ready con aletas y gafas en ristre) pero ese momento no llegó. Hicimos snorkel en alta mar para aprovechar la salida.
El colofón fue –al regresar a nuestra playa- el vivir lo que veíamos que hacían las zodiacs rápidas del centro de buceo, y que llamaban "Beaching the boat"…que no era más que acelerar a tope y meterse en la arena. Una pasada!: Muita emoçao!!!.
Un día compramos unas langostas king-size y un pez enorme (para siete!!!) recién pescadas que nos ofrecieron en la playa junto el hotel: pesar, pagar y cocinar. Nos dejaron usar la cocina y preparamos unas ensaladas con lechugas, tomates y cebollas que compramos en el mercado, con 3 botellas de vino blanco que metimos al congelador comunitario del hotel. Preparamos las langostas con vinagreta y en fin, como en casa!. Debo decir que la perplejidad de las empleadas viéndonos picar el ajo y hacer la ensalada fue muy divertido, mientras nos poníamos de vez en cuando un vinito. Como en un txoko!!!, unas risas…solo nos faltaba el delantal.
Amanecía a las 5am y dar paseos por la playa desierta hasta la cercana Tofinho era un inmenso placer antes de desayunar y del primer baño "solo", y desde la hamaca y las tumbonas de la misma habitación teníamos unas vistas privilegiadas.
Conocimos una alicantina hippie que llevaba ya 5 años en Tofo y su casa estaba en un árbol. Fuimos un par de noches a su local, que parecía cubano, con ventiladores en los techos y música muy guapa. Nos puso al día de Tofo y de Mozambique. Palique interesante con mojitos... y cierta envidia.
El último día (5/Enero) apuramos "demasiado". Dejamos Tofo a las 15,30h (playa a tope y comida) y teníamos 6,30 horas con Paolo en una van hasta Maputo. Nos paró un control policíal y estuvimos preocupados…. Pero es que además, conducir con prisa cuando ya se hizo de noche fue un poco temeridad. En algunos tramos le pisaba a 130 km/h…. Por cierto, que se conduce por la izquierda.
Llegamos a Maputo menos de dos horas antes del despegue (23,45h.) y no lo teníamos nada claro ante un posible cierre de facturación (en vuelos internacionales…) que diese entrada a listas de espera. Volvimos un día antes de lo previsto inicialmente. Los billetes los sacamos en Julio, pero en Agosto TAP nos comunicó que el vuelo del 6/Enero se había cancelado y solo nos ofrecían el del 5/Enero, así que ya íbamos mentalizados para tener un día menos de estancia allí y llegar a Bilbao el 6/Enero…. una pena. Finalmente todo nos salió bien, incluso una cosa arriesgada que hicimos: no usar el Lisboa-Bilbao directo con TAP (porque la escala en Lisboa era de 11 horas y llegábamos a Bilbao a las 23h.) y coger un Lisboa-Madrid-Bilbao con Iberia, por los pelos (solo 2h de margen en Lisboa) que nos permitió llegar a Bilbao a las 17h., y sin jet-lag (dormimos como lirones en el Maputo-Lisboa, yo unas 8 horas, de las 10 que duraba). Final "feliz".
En suma, Mozambique, virgen y auténtico, un viaje emocionante y cargado de ilusión que nos ha dejado, como ya esperábamos, algo "tocados" y más sensibilizados con el Tercer Mundo. El haber podido combinar nuestro estilo de viajes con una experiencia de este tipo, nos ha permitido disfrutar exponencialmente de cada instante.
Las dos últimas Navidades hemos estado en Kerala (India) y en Sri Lanka, ambos igualmente fascinantes, por lo distinto de su cultura, muy exótica, y por la belleza de sus paisajes, por lo que creemos que podemos seguir una estela alternativa y "diferente" a la de los viajes de Junio/Julio. Este verano, si nada se tuerce, quisiera ir a Belice y Roatán (Honduras), con un par de noches en Miami, aprovechando que puedo pagar los vuelos ida-vuelta hasta allí con puntos Iberia. Ese viaje promete tanto como otros similares que llevamos a la espalda y aunque lo disfrutaremos a tope y probablemente será genial, estamos deseando ya que llegue de nuevo diciembre para volver a Africa a paladearla... pero también a ayudarla.
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y ALGUNOS VIDEOS CORTOS...